Científicos proponen solución para que los municipios afronten la escasez hídrica readaptando sus plazas y áreas verdes con especies nativas y de baja mantención

Científicos proponen solución para que los municipios afronten la escasez hídrica readaptando sus plazas y áreas verdes con especies nativas y de baja mantención
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En el “Laboratorio Vegetal” en Viña del Mar estudiaron y desarrollaron una fórmula que replica la naturaleza nativa de esta zona, con especies de muy bajo mantenimiento. La idea es compartir este modelo con los municipios para que puedan adaptar sus áreas verdes al cambio climático y la crisis hídrica, sumando la inmensa riqueza biológica de las especies nativas.

En el sector de Las Salinas, frente al borde costero de Viña del Mar, se destaca un grupo de especies vegetales que llama la atención porque disiente de la postal de palmeras y pasto, del otro lado de la avenida Jorge Montt. Mientras el camión aljibe riega el borde costero con grandes cantidades de agua, en el Laboratorio Vegetal, es la vaguada costera la que por la mañana, proporciona el riego natural y suficiente para que las especies que ahí se desarrollan sigan creciendo.

Después de casi tres años de trabajo e investigación el volumen vegetal se destaca y sus creadores ya tienen la experiencia y los resultados para tener una paleta y una propuesta de especies vegetales, para colocar en espacios públicos urbanos, que sean cercanos al mar. “Hoy nosotros podemos decir, que tenemos una paleta exacta para varios m2 de superficie con 12 a 15 especies vegetales, que puestas de una determinada forma, nos permitiría reemplazar ciertos sectores de la ciudad, donde en términos ecosistémicos no ocurre absolutamente nada”, dice Salvador Donghi, biólogo y uno de los impulsores del Laboratorio Vegetal, quien agrega: “Lo que pretende el laboratorio vegetal no es pelear contra la naturaleza sino incorporar la naturaleza a la ciudad”.

En Chile se mide la proporción de áreas verdes por habitante con mantención. Es decir, lo que se gasta en mantener estos espacios. Eso tiene, además, directa relación con lo que aportan los municipios, encargados de esas áreas públicas en las ciudades. El estudio y el método desarrollado por los científicos del laboratorio vegetal permitiría a las municipalidades ahorrar muchísimos recursos, debido a la escasa mantención que ha necesitado este conjunto de especies nativas para desarrollarse.

“Lo que ha hecho el laboratorio vegetal es reconstruir una ecuación ecosistémica que caracteriza nuestros territorios en términos biogeográficos. La ventaja es que nos ahorramos un montón de procesos. Primero, no se seleccionan las especies, se replican. De qué forma, en la misma forma en que ellas se distribuyen. Segundo, cómo se mantiene. No se mantienen. La historia evolutiva permite que ellas entren en las ecuaciones de espontaneidad de los sistemas nativos. No hay que podarlas, no hay que regarlas. Ellas se mantienen solas. Eso significa que la ciudades pueden aumentar los metros cuadrados de áreas verdes por habitante, desde el momento que tu disminuyes los costos de mantención. Si tienes que gastar menos y mantienes la misma inversión, obviamente, puedes tener muchas más áreas verdes”, dice Donghi.

“Si el municipio se ahorra lo que gasta en mantención, entonces tiene dos opciones: lo que se ahorra lo invierte en beneficio social o lo invierte en más áreas verdes. Cualquiera de las dos resulta sumamente atractiva”, sostiene el científico, quien añade: “Esto no solo es un ahorro para el municipio sino que, además, es una forma inteligente de adaptarse al cambio climático. Nosotros tenemos entre 5 a 8 años más de estrés hídrico. No vamos a tener agua para regar los jardines. Y que vamos a hacer, dejar que todo se seque. Lo que hemos estudiado en el laboratorio vegetal nos da una clara respuesta. Cambiemos la fórmula: volvamos a la historia evolutiva que tiene nuestro país”.

Luis Álvarez, geógrafo y académico de la PUCV, también impulsor del Laboratorio Vegetal, sostiene que “el cambio climático exige adaptabilidad y esa adaptabilidad nosotros la llevamos con especies nativas porque sabemos que son más resilientes. Son especies que ya llevan miles de años adaptándose a la condición del lugar y, por tanto, saben más del lugar que nosotros mismos”.

A lo que apuesta el laboratorio vegetal, explican los científicos no es a usar la flora nativa como tal, sino que a dotar a estos espacios de flora nativa que pertenece a un piso vegetacional, es decir a un ecosistema. Y esto resulta fundamental, porque muchas veces, la mayoría de las veces, en temas urbano-paisajísticos, se colocan los árboles equivocados en los lugares equivocados y, también, los árboles correctos en los lugares equivocados, indican estos investigadores.

Salvador Donghi explica: “Todo objetivo debe tener métricas, y cuál es la métrica en este caso: optimizar el índice. Una fórmula que permita demostrar que en el transcurso del tiempo esta experiencia ha sido exitosa. Cómo, midiendo el volumen vegetal. Porque al medir volumen la fórmula tiene un crecimiento que es infinito. Va a crecer hasta donde crezcan las especies. Y el volumen vegetal, proporciona volumen de clorofila, por lo tanto, produce más oxígeno y fija más CO2. Además, proporciona más alimento y refugio para aves e insectos.  Lo que buscamos es la mayor cantidad de volumen vegetal por metro cuadrado. Lo que hemos hecho son los estudios para demostrar que las áreas silvestres en los espacios urbanos son viables y para eso desarrollamos este índice de crecimiento”.

“Recomponer esto significa devolverle a la ciudad, su calidad de ciudad jardín. Esta no es una ciudad jardín por pastos rosas y flores. Es una ciudad jardín por el ecosistema que la identifica vegetalmente”, afirma Donghi.

Luis Álvarez, complementa, “el pasto en la ciudad existe en Chile porque lo trajeron los ingleses, no existía antes. No estamos diciendo que las ciudades no deban tener pasto, sino que es de obligatoriedad adaptar condiciones que existen en los sistemas naturales. No podemos seguir pensando en regar césped cuando en el sistema natural existen cubre suelos que están mucho mejor adaptados al estrés hídrico y requieren del agua lluvia sin adicionar riego. Y que además producen mucho más vida en términos sistémicos. Y por si fuera poco estos cubre suelos no necesitan de un tipo de suelo especial, se adaptan al que ya tenemos. Usa el mismo suelo mineral que existe en la ciudad porque ya está adaptado a él”.

La idea de estos científicos es ofrecer sus conclusiones y sus estudios recabados en el Laboratorio Vegetal para que los municipios puedan adaptarse al cambio climático y la escasez hídrica.

“Nosotros en este instante podríamos entregar todos estos datos, sumamente valiosos, a las municipalidades que se encuentran en el litoral, como Valparaíso, Viña del Mar o Concón. Por ejemplo, el laboratorio vegetal, perfectamente, lo puedes replicar en el espacio público del parque barón. Con el mismo éxito que se aprecia ahora en el laboratorio vegetal”, dice Salvador Donghi. Sostiene además que “en los paseos del borde costero, por ejemplo, podríamos colocar jardineras de 8 metros de largo por 1 de ancho con estas especies, que aportaran, por ejemplo, un mayor número de polinizadores, lo que a su vez provoca que haya un mayor número de aves, lo que a su vez provoca mayor número de reptiles, etc, etc. Empiezan a ocurrir cosas en términos ecosistémicos. Lo que ocurre, en definitiva, es que comenzamos a replicar en los espacios urbanos, los espacios silvestres”.

Luis Álvarez, agrega que “este modelo del laboratorio vegetal es absolutamente replicable. Siempre va a haber condiciones que van a cambiar porque son de orden atmosférico. Por ejemplo, Viña del Mar no tiene heladas y por tanto habrá especies que no podrán ser llevadas de la costa al interior, a ciudades como Quillota o San Felipe, pero en esos lugares hay especies que se adaptan a las temperaturas bajo cero. Y todas las ciudades tienen un piso vegetacional. Todas tienen especies nativas que pueden ser llevadas a sus áreas verdes.

Salvador Donghi, complementa que, “en las comunas del interior de la región hay otro tipo de vegetación, pero tenemos el conocimiento suficiente para estudiarlo y ver cuáles son las asociaciones de especies que tienen mejor eficiencia en términos de volumen por metro cuadrado. Y eso significa dotar a la urbe de servicios que hoy no estamos teniendo con esta idea de parque versallesco. Y no se trata de eliminar todo lo que hay de una sola vez, sino de ir complementando con la experiencia de pequeñas jardineras. Emplazando sistemáticamente vas a empezar a tener un comportamiento exitoso. Llegarán otras especies incluso. Entonces, a lo urbano, de gente haciendo deporte, paseando en bicicleta, en patines, le podrías sumar experiencias con insectos, aves y olores, que hasta ahora no están.

Las ciudades empiezan a ganar otras cosas. Empieza la interacción de un sistema en el que nosotros somos cohabitantes”.

En total, el Laboratorio Vegetal está conformado por un 100% de especies nativas, de las cuales -aproximadamente- un 60% son endémicas. En una extensión de 1300 mts2 hay 25 especies vegetales que conviven entre ellas y que son parte del matorral arborescente esclerófilo mediterráneo costero, uno de los 17 pisos vegetacionales que se conocen en la región de Valparaíso.